jueves, 29 de marzo de 2012

Es absolutamente correcto estar preocupado e indeciso sobre la posibilidad de entrar en una guerra con Irán. La guerra, como lo muestran los recientes acontecimientos en Irak y Afganistán, es una peligrosa, sangrienta, y a menudo sucia situación caótica en la que las cosas van mal; los civiles son asesinados sin querer; el propio bando de uno sufre pérdidas; y los objetivos no necesariamente no se logran.
A veces la guerra es necesaria. Ese fue claramente el caso en Afganistán en 2001, pero menos claro en Irak en 2003. ¿Cuáles son los objetivos? ¿Cómo van a ser ganados? ¿De qué manera puede una guerra ser llevada a su fin? ¿Cómo se define la victoria? Todos estos son problemas serios.
En cuanto a una guerra con Irán, todo lo anterior es especialmente cierto. Irán es un país enorme con una población de casi 80 millones. Una parte considerable de esa población - los que tienen las armas - es ideológicamente fanática. La idea de que unos pocos aviones dejarán caer las bombas, retornarán a casa, y luego se podrá declarar victoria es ingenua.
Mientras que una guerra con Irán podría ser eventualmente inevitable y necesaria; esto no es cierto en este preciso momento. Y una operación como esa plantea algunos serios problemas para los Estados Unidos.
Por el lado positivo, ni siquiera un sólo país árabe moverá un dedo para ayudar a Irán. Los moderados serían felices si Israel bombardeara las instalaciones nucleares iraníes, desearán que tenga éxito, y les exigirán a Estados Unidos que los mantenga fuera de cualquier combate. Los radicales islamistas sunitas se preocuparían por el precedente y harían algo de propaganda, pero ven al régimen iraní como un rival, no como a un hermano. El régimen turco escupiría espuma por la boca pero no hará nada; mientras que el régimen sirio, aliado de Irán, está demasiado preocupado por su guerra civil y teme a la confrontación con Israel.
Hamas está feliz de tomar el dinero de Irán, pero ahora es en gran medida un cliente de Egipto. Es posible que quiera iniciar su propia guerra con Israel, pero no quiere arriesgarlo todo para defender a Irán. Por lo tanto, la única fuerza seria organizada en la que Irán podría confiar sería Hezbollah, en el Líbano.
Es probable que Hezbollah dispare misiles contra Israel y lance algunas incursiones transfronterizas. La pregunta es si Hezbollah iniciará una campaña sin cuartel como en 2006 o simplemente se limitará a una demostración simbólica de la lealtad a Irán. También hay fuerzas iraníes en el Líbano que podrían ser más enérgicas.
La fuerza de FINUL que tenía como misión impedir que Hezbollah establezca un montaje militar en el sur y ataque a Israel será inútil. Sin embargo, las operaciones israelíes de defensa podrían llegar a matar accidentalmente a soldados de FINUL.
Por último, están los recursos iraníes para lanzar ataques terroristas contra objetivos israelíes y judíos en todo el mundo. El número de ataques podría ser limitado. La pregunta es si uno o algunos de ellos conseguirán infligir numerosas bajas.
No obstantes, Hezbollah más los ataques terroristas no son un precio demasiado alto para Israel para poner fin - si es que efectivamente se puede lograr - a la amenaza nuclear iraní. Sin embargo, el cuadro por el lado de EE.UU. es mucho más complejo y preocupante.
La situación en EE.UU. se asemejaría a la de Israel, de dos maneras. Mientras que ningún otro país aparte de que Irán estaría detrás de los atentados, el terrorismo podría ser un problema para EE.UU. El resto de la historia dependerá de las decisiones tomadas por
el gobierno de Irán y sus comandantes locales.
Aparentemente, el ataque contra Irán vendría de Israel. Pero incluso si Estados Unidos no hace abiertamente nada; el discurso de Obama en AIPAC es suficiente para asociar a Washington con la operación. Irán tiene algunas opciones. Podría tratar de evitar la confrontación con Estados Unidos.
Sin embargo, aunque la decisión de Teherán podría tomar cualquier camino; debido a la cosmovisión de los gobernantes de ese país, es poco probable que éstos hagan una evaluación tranquila, fría en esa dirección. Para ellos, Estados Unidos es el Gran Satán, el enemigo de la Revolución islámica y el protector de Israel. ¿Serían realmente capaces los líderes de Irán de decir: Seamos “inteligentes” y mantengamos la batalla limitada a Israel, utilizando la renuencia estadounidense a luchar para mantener a esa superpotencia fuera de la guerra?
Una vez más, esa podría ser la manera de cómo los estrategas occidentales de laboratorio esperan que Irán actúe, pero es difícil de creer que eso es lo que sucederá. Por otra parte, a los comandantes locales, - de cualquiera de las unidades militares y navales o de las células terroristas - irracionalmente confiados en una victoria concedida por Alá, no les será fácil renunciar a la oportunidad de librar la guerra santa final. También, la incapacidad de Irán para atacar a Israel podría activar la frustración que conduce a los ataques contra objetivos estadounidenses.
Las fuerzas y las instalaciones de EEUU son más accesibles que las de Israel. Podría haber ataques terroristas en el Líbano, Irak, Arabia Saudita y los pequeños estados del Golfo Pérsico contra civiles instituciones, o soldados norteamericanos. Y el frente más grande de todos podría ser el propio Golfo Pérsico. ¿Montarán las pequeñas embarcaciones iraníes operaciones suicidas para atacar a los barcos petroleros o tratarán de bloquear el tráfico?
Como sucedió en la última fase de la guerra Irán-Irak en la década de los ochenta, los países árabes del Golfo probablemente pedirán a Estados Unidos, los países europeos y la OTAN que escolten los buques cisterna. Un intercambio de fuego podría arrastrar a Estados Unidos hacia un conflicto militar con Irán. Cualquier cosa que pase en la tierra (y en el agua) dispararía el precio del petróleo.
Estos factores también afectan a los intereses de Israel ya que este país sería culpado por la carnicería resultante y las disrupciones. El antisemitismo aumentaría y muchos afirmarán que Israel habría arrastrado a Estados Unidos a una guerra innecesaria. Las promesas de una victoria rápida, fácil, y la desaparición de cualquier capacidad nuclear iraní o su amenaza, e incluso la caída del régimen iraní podrían resultar ser falsos, avivando una amarga controversia.
Por lo tanto, existen peligros muy serios y problemas estratégicos reales en cualquier campaña para atacar las instalaciones nucleares iraníes, que requieren una reflexión seria y el rechazo de la imprudencia. Una guerra contra Irán, si alguna vez se lleva a cabo, sólo debería ocurrir cuando parezca que de todos modos es inevitable. Y eso está lejos de ser cierto en este año.
Pero ese día llegará, y es mejor que la gente esté psicológicamente preparada para eso.
El autor es director del centro Global Research in International Affairs (GLORIA) y editor de la revista Middle East Review of International Affairs (MERIA), y editor y columnista de Oriente Medio en PJMedia . Sus últimos libros: Israel: An Introduction, ha sido publicado recientemente por Yale University Press The Israel-Arab Reader (sétima edición), The Long War for Freedom: The Arab Struggle for Democracy in the Middle East (Wiley) y The Truth About Syria (Palgrave-Macmillan).El sitio web de GLORIA es: http://www.gloria-center.org y de su blog Rubin Reports es: www.rubinreports.blogspot.com.

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