domingo, 19 de agosto de 2012

Viene un mundo nuevo. (Mary K. Baxter)

El siguiente párrafo es el capítulo 12 del libro titulado: “Una revelación divina del cielo” de Mary Katherine Baxter.
Solo nos describe un “atisbo” de lo que nos espera más allá del sol, en la gloria eterna….

VIENE UN MUNDO NUEVO
ID muchos días después de mi estancia final
En el infierno estuve desesperadamente enferma. Tenía que dormir con las luces encendidas. Necesitaba la Biblia a mi lado en todo momento y la leía constantemente. Mi alma había sufrido un fuerte impacto. Yo Había experimentado parte de lo que sufren los perdidos cuando van al infierno.
Jesús me decía: “Calla, enmudece” (Marcos 4:39), y la paz inundaba mi alma. No obstante, dentro de pocos minutos volvía yo a gritar, histérica con miedo.
Durante esa etapa, sabía que nunca estaba sola y que Jesús siempre estaba presente. Sin embargo, incluso con ese conocimiento, a veces no podía sentir su presencia. A menudo tenía tanto miedo de tener que volver al infierno que hasta sentía temor de que Jesús estuviera cerca de mí.
Cuando intentaba contarles a los demás acerca de mis experiencias en el infierno, no me escuchaban. Les rogaba: “Por favor, arrepiéntanse de sus pecados antes de que sea demasiado tarde.” Era difícil que ninguno de ellos creyera tanto lo que les contaba del tormento que yo había sufrido, como que Jesús me había dicho que escribiera acerca del infierno.
El Señor me volvió a asegurar de que Él es el Dios que sana. Aunque no quedé convencida de que algún día me recuperaría del todo, sí llegué a sanar paulatinamente por completo.
PARAISO DE PAZ
Y entonces volvió a suceder. De nuevo me hallé junto al Señor Jesús, y nos elevamos a gran altura… hacia el cielo.
Jesús Me dijo: “Quiero mostrarte el amor y la bondad de Dios y porciones del cielo. Deseo que veas las maravillosas obras del Señor, que son tan hermosas de contemplar.”
Un ángel vino a nuestro encuentro y me dijo: “Mira la bondad del Señor tu Dios. Su misericordia permanece para siempre.”
Había tal sensación de amor y ternura alrededor del ángel que yo estaba a punto de llorar cuando de nuevo me habló: “Contempla el poder, fuerza y majes tad de Dios. Déjame mostrarte el lugar que Él ha crea do para los niños.”
De repente, un gran planeta emergió ante nosotros, uno que parecía ser tan grande como la tierra.
(Apocalipsis 21:1-2)1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
Lo siguiente que oí fue la voz del Padre que dijo:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno. El Padre y el Hijo son uno, y el Padre y el Espíritu Santo son uno. Envié a mi Hijo a morir en una cruz para que nadie tenga que perderse.
En breve voy a mostrarte el lugar que he hecho para mis niños. Me interesan en gran manera todos los niños. Me interesa cuando una madre pierde a un hijo, incluso cuando el fruto del vientre es echado antes de su tiempo. Sabes, conozco todas las cosas y sí me interesa.
Desde el momento en que hay vida en el vientre, Yo me entero. Sé de los bebés que son asesinados mientras están todavía dentro del cuerpo de su madre… las vidas abortadas que son desechadas e indeseadas. Sé de las criaturas que nacen muertas y de las que nacen con defectos paralizantes. A partir del momento de su concepción, cada una de ellas es un alma.
Mis ángeles bajan y me traen a los niños cuando mueren. En el cielo se les ama y se convierten en seres perfectos. Les doy cuerpos sanos y restituyo cualquier miembro que hayan perdido. Les doy cuerpos perfeccionados.
Por todo el planeta había una sensación de que uno era amado, un sentido de bienestar perfecto. Todo era perfecto. Aquí y allá en medio de la exuberante hierba verde y de los estanques de agua cristalina y transparente había asientos de mármol y bancos de madera finamente pulida.
Por todas partes que veía, había niños que participaban en toda clase de actividades. Cada niño vestía una túnica nítida blanca y sandalias. Las vestiduras blancas eran tan brillantes que resplandecían con la magnífica luz del planeta. Una profusión de color por todas partes acentuaba la blancura de los trajes de los niños. Los ángeles eran los guardas de la entrada y los nombres de los niños estaban todos escritos en un libro.
Ví a los niños aprender la Palabra de Dios y música, la cual se les enseñaba con un libro dorado. Me sorprendí al ver animales de todo tipo acercárseles a los niños o sentarse junto a ellos mientras estaban en esta escuela angelical.
No había lágrimas ni sufrimiento. Todo era supremamente hermoso. El gozo y la felicidad estaban por todas partes.
Entonces, el ángel me mostró otro planeta que brillaba como una gran luz ante mí. La luz brillaba con el fulgor de un millón de estrellas y todo lo que había en el planeta era hermoso y estaba vivo. En la distancia vi dos montañas de oro puro, mientras que cerca de mí había dos puertas doradas, en las cuales había incrustados diamantes y otras piedras preciosas.
Sabía en mi corazón que ésta era la tierra nueva y que la ciudad que aparecía en todo su esplendor ante mí era la Nueva Jerusalén… la ciudad de Dios tal y como descenderá a la tierra.
DE NUEVO EN LA TIERRA
Con rapidez yo estaba de regreso mirando la tierra vieja, pero la tierra tal y como estará después de la gran tribulación, aunque antes de que los fuegos finales del Armagedón la limpien finalmente. En esta escena ví también a Jerusalén, la ciudad capital del milenio.
En mi visión, ví a personas venidas de cerca y de lejos que se dirigían a esa ciudad. Allí Jesús era Rey y todas las naciones de la tierra le llevaban regalos y le rendían homenaje. ¡No sólo era Él, de hecho, Rey, sino que también era reconocido como Rey de reyes!
Jesús me dio la interpretación de mi visión y me dio mayor claridad de lo que sucederá entonces:
Pronto Yo regresaré y me llevaré conmigo al cielo primero a los justos muertos. Luego, después de ellos, serán arrebatados para estar conmigo en el aire los que estén vivos y perma nezcan.
Después de eso, el anticristo reinará en la tierra por un tiempo señalado, y habrá tribulaciones tales como jamás las ha habido antes ni nunca las habrá otra vez.
Y entonces regresaré con mis santos y satanás será echado en el abismo, donde permanecerá mil años. Durante esos mil años reinaré en la tierra desde Jerusalén.
Cuando haya pasado el milenio, satanás será liberado por una temporada y lo derrotaré con el brillo de mi venida. La tierra vieja pasará.
He aquí que habrá una tierra nueva y una Nueva Jerusalén que descenderá en ella y reinaré para siempre.
Como siempre… deseamos que sea para edificación en sus vidas. Shalom

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