martes, 15 de enero de 2013

“Noticias importantes”,


Saludos,
queridos hermanitos les deseo un feliz
año lleno de muchas bendiciones, quiero compartir con ustedes estas
noticias que son muy importantes:
domingo, 13 de enero de 2013

Con Ciencia se Derrumba

LA Teoria de Darwin.

TOMADO DE
Con Ciencia se Derrumba La Teoria de  Darwin.

El ADN y la Evidencia del Diseño Inteligente:

Cuando la presencia de intrones y extrones, firman nuestro ADN, el azar se descarta.
Hace pocos días en ADN, Intrones y
Extrones: Cientificos demuestran que el ADN es preexistente a la vida,
ya abordábamos que la complejidad de nuestro ADN obedece más a la
preexistencia de una Inteligencia programada que a una mera evolución.
Sin lugar a dudas, por traer de nuevo aquí el tema que nos ocupa, comentábamos textualmente
En los ultimos días hay varios estudios que están revolucionando el
conocimiento humano: El primero y más prometedor es el realizado por
Matthew Powner, y publicado en la revista Journal of the American
Chemical Society, doi.org/h6q. Según Powner, la molécula AICA (Una
especie de azúcar semejante a la que utilizamos para endulzar) reacciona con fósforo y desencadena procesos del denominado RNA, que son preexistentes a la vida misma.
La cuestión en este punto no es ya
únicamente la preexistencia de Powner y su principio de preexistencia
del ADN, sino que realmente nos estamos enfrentando a cuestiones mucho
más profundas de lo que “a priori” pudiera parecer.
Y en efecto, una de las luchas
científico-filosóficas más encarnizadas del momento, es la que hace
referencia a la denominada hipótesis del Diseño Inteligente (DI),
formulada por Stephen C. Meyer.
Antes de entrar al análisis de la obra de
Meyer, conviene destacar que muchas de las evidencias propuestas por
Meyer hace apenas tres años, han sido descubiertas y comprobadas
empíricamente por la comunidad científica en los tres años posteriores a
que Meyer formulara su hipótesis de base: Que el ADN es la evidencia
más importante de Diseño Inteligente que existe en el Universo.
Ciertamente, una crítica facilona de la
teoría de la evolución, podría dar al traste con intereses de
corporaciones, farmacéuticas y otras entidades que actualmente se
dedican a (precisamente) practicar el diseño inteligente de nuestro ADN.
Los innumerables experimentos genéticos,
modificaciones genéticas, transgénicos, etc… Reflejan que el ser humano
ha adquirido la capacidad de intervenir en el código genético sin
conocer aún del todo los últimos extremos de su propia intervención.
Prueba de ello son las consecuencias de los transgénicos en el ámbito de
la Responsabilidad Social Corporativa, por citar simples ejemplos.
Si, somos capaces de realizar esa
intervención en estadios embrionarios que nos permiten desarrollar
tecnologías de intervención genética, ¿Cómo somos tan arrogantes para
pensar que nadie antes que nosotros intervino en un diseño inteligente
de lo que hoy conocemos por ADN? .
Esa arrogancia
iría implícita con la afirmación de la evolución sin intervención
inteligente, algo que descartaría por la misma lógica del argumento anterior nuestra capacidad de intervenir a nivel genético.
Pero haciendo abstracción de cuestiones
éticas y filosóficas sobre el particular, vamos a centrarnos en las
evidencias empíricas que confirman la hipótesis del DI tal y como Meyer
las propone y plantea.
Stephen Meyer es un emergente genio que
propone una hipótesis que puede revolucionar la ciencia tal y como la
conocemos. Ciertamente este joven educado en Cambridge, donde cursó su
doctorado, actualmente es director del Centro para la Ciencia y Cultura
en el Discovery Institute.
Meyer ha sido autor del libro Signature in
the Cell, que constituye un referente para el desarrollo de esta
emergente línea filosófica y científica actual en la que la Inteligencia
sustituye al Caos como elemento fundamental de la evolución .
Como no podía ser de otra manera, a los
pocos meses de la aparición de su libro, Meyer fue objeto de críticas de
la comunidad científica ortodoxa, en una persecución sin precedentes
que recientemente ha culminado en un reconocimiento de su labor con un
sencillo Meyer tenía razón.
Ese reconocimiento ha venido precedido de una serie de descubrimientos
posteriores a la publicación de su obra que hoy son considerados
evidencias científicas, y que apoyan la hipótesis fundamental de su
línea argumental.
Analicemos cuáles son esas líneas claves de la obra de Meyer:
1º.-La existencia de una clave en el ADN,
(una firma) que denota inteligencia y que está presente en las células y
en todos los componentes orgánicos y que presuntamente es preexistente a
la vida misma.
En efecto, en los últimos días de
septiembre y primeros de octubre de 2012, podemos recordar el impactante
estudio de Matthew Powner, y publicado en la revista Journal of the
American Chemical Society, doi.org/h6q. Según Powner, la molécula AICA
(Una especie de azúcar semejante a la que utilizamos para endulzar) reacciona con fósforo y desencadena procesos del denominado RNA, que son preexistentes a la vida misma.
De alguna forma el ADN se configuraría como
una estructura preexistente a la vida misma y presente en el Universo a
nivel prebiológico. Las implicaciones de este estudio son tales que la
revista NewSCientist, dedica un monográfico completo a las
investigaciones de Powner , así como otros investigadores de la talla de
Jack Szostak, de la Harvard Medical School.
Szostak, habla de las moléculas que
denomina “mongrel” y que contienen una mezcla de ADN con nucleótidos de
ARN que suponen un estadio intermedio a la formación de las cadenas del
ADN. El artículo pueden verlo en (Proceedings of the National Academy of Sciences, doi.org/bj8r97)
2º.-La presencia activa de elementos
activos que actúan como interruptores/inhibidores de los procesos mismos
de manifestación genética.
En efecto, el reciente hallazgo de los
mecanismos de los intrones y extrones en el (hasta ahora) denominado ADN
Basura, ha trascendido todas las expectativas de la comunidad
científica.
Encode (acrónimo inglés de Enciclopedia de
elementos de ADN) para describir todas las partes del genoma que tienen
alguna función, aunque estén fuera de los genes convencionales, es un
superconsorcio científico internacional —solo la lista de los 442
firmantes ocupa una página y media con letra de prospecto— que presentó a
día 3 de septiembre sus resultados en seis artículos en Nature y otros
24 artículos en otras revistas científicas.
El principal resultado de esta especie de
Proyecto Genoma II es que lo que se consideraba basura no era tal. El
80% del genoma humano resulta tener al menos una función bioquímica en
al menos algún tejido del cuerpo y en al menos alguna fase del
desarrollo o de la vida adulta. Y nada menos que el 95% del genoma está
implicado en la regulación de los genes convencionales. De hecho, la
mayoría de las variaciones implicadas hasta ahora en alguna enfermedad humana está en estas zonas que se consideraban basura, lo que abrirá nuevas posibilidades a la medicina.
En la línea de lo expuesto. Desde 1989
hasta la fecha, el papel de los Intrones estaba siendo estudiado
respecto de las denominadas eucariotas, que eran claves en la
comprensión de los procesos del ARN.
3º.-La existencia de una lógica inteligente en la configuración del ADN:
Y en efecto, Siguiendo a Rocío Reyes Díaz y
Team, literalmente podemos leer que hasta 2010, se desconocía
prácticamente el papel modulador de los intrones y Exones o Extrones
(Según la literatura científica). De hecho se pensaba que el ADN Basura
eran secuencias no codificadas.
En Septiembre de 2011, ya salió a la luz un interesante estudio publicado en 1992 por la Revista Scientific American que vinculamos aquí, que demostraba que el ADN presentaba correlaciones fractales.
Dicho estudio, fue profundizado por
Jean-Claude Perez, un científico francés independiente (Codon
Populations in Single-stranded Whole Human Genome DNA Are Fractal and
Fine-tuned by the Golden Ratio 1.618, Interdiscip Sci Comput Life Sci (2010) 2: 228–240).
4º.-La capacidad de replicación de estructuras del ADN y ARN utilizando combinaciones inteligentes:
Un experimento realizado por Luc Montagnier
en 2010 y un equipo de científicos en el seno de la World Foundation
for AIDS research and Prevention (UNESCO), Paris, France, han
descubierto que el ADN puede replicarse en sus estructuras mediante la
adecuada utilización de las ULF (Frecuencias extremadamente bajas). En
concreto, sienta las bases de la relación existente entre el ADN y las
ULF en los seres vivos.
Tal y como muestra el estudio, las Ondas
Electromagnéticas de Ultra Baja Frecuencia (ULF), entre 500 a 3000 Hz,
fueron detectadas en varias disoluciones filtradas de cultivos de
microorganismos, inclusive del plasma sanguíneo procedente de seres
humanos en las que dichos microorganismos estaban presentes.
Curiosamente los mismos resultados fueron obtenidos del DNA extraído de
dichos fluidos.
En la gráfica superior, se muestra en
matlab, la concreta distribución de las ULF detectadas en el plasma de
cultivo de los microorganismos utilizados para el experimento.
La cuestión, es que puede estimularse
mediante un generador de 7 Hz una excitación de las estructuras para la
replicación de éstas en otro tubo utilizando las ondas y el agua. El
mismo L. Montagnier, señala textualmente que es fundamental hacer
coincidir la excitación con el espectro de los 7.83 Hz, entorno en el
que se reproducen las Resonancias Schumann.
El diagrama del experimento realizado por L. Montagnier es el siguiente:
El campo magnético producido por la
excitación, se mantuvo durante 18 horas y la replicación tuvo lugar. El
experimento es altamente reproducible y ha sido documentado en DNA waves
and water, documento que pueden descargar desde el servidor de ArxiV,
http://arxiv.org/abs/1012.5166v1
Referencia:1012.5166v1.
Tal vez, tengamos que esperar años a que se
modifiquen los libros de ciencia contemporáneos, pero una cosa está ya
clara: Meyer tal vez haya sido el primer científico de la historia
contemporánea en derogar con extremada solidez los planteamientos
Darwinistas.
*

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“El ADN y los Nombres Divinos”

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El ADN y los Nombres Divinos
line
Sesión de Enseñanza de la Academia

Investigación Original de Nuestro ‘Código-Dios’ Genético de acuerdo a las
Claves de Enoc®.
El Futuro del Entendimiento Científico y Popular de lo Sagrado
La conexión entre el
ADN y el Nombre Divino de Dios (YHVH o YHWH) se remonta a más de 30 años atrás en el
trabajo de El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc®
y de investigadores médicos que han
trabajado con esta información. Los Nombres Divinos son, generalmente,
reconocidos como los Nombres bíblicos y extra bíblicos de Dios usados en
los escritos de los pensadores proféticos a lo largo de los siglos que
trajeron una senda superior de servicio a lo que era considerado un
mundo profano.
En la enseñanza bíblica y kabalista la estructura del cuerpo humano surgió de la pronunciación de la Palabra Divina. El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc® (1973,
1975, 1977) establece una
correlación de este Nombre Divino como la
clave que está detrás del código de trascripción de las letras químicas
que desarrollan el cuerpo humano. En 1973, mientras estaba en la
Universidad de California, Hurtak llegó
a comprender que existía una conexión entre
las asociaciones lingüísticas y genéticas en las Letras que conforman el
nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH). Elaboró una tabla de
recursos genéticos usando el Código
del Nombre Divino en un arreglo triple de
letras, incluyendo el “inicio” y el “alto” en la codificación de las
letras para cada una de las secuencias de los aminoácidos y los ácidos
nucleicos. Este
trabajo fue presentado, de manera selectiva,
ante la Academia de Parapsicología y Medicina en Junio de 1973 por el
Dr J.J. Hurtak y fue publicado en su libro El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc,
traducido en diez idiomas desde entonces,
como una matriz para la interrelación entre el lenguaje y la genética en
el uso del nombre de YHVH.
En cuanto a los códigos de combinación del ADN que conforman los muy complejos aminoácidos, El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc®, Clave 202, delinea
al código del ADN como una serie de
matrices. La primera y fundamental matriz
cúbica consiste de las permutaciones del Tetragrámaton, las cuatro
letras en Hebreo que se traducen como Yahweh (Yod- Heh-Vav-Heh). Esta
matriz se denomina ‘Palabra-Espíritu’.
La tabla ‘Palabra-Espíritu’ se conforma de
las tres letras del Nombre Divino que, en varias combinaciones, crean
las 64 celdas. Aunque el Nombre Divino se escribe con cuatro letras,
utiliza sólo tres del alfabeto
(Y-H-V, con la H repetida), tal como el ADN o
el ARN tienen cuatro nucleótidos como “letras” pero solamente se leen
tres a la vez para formar el codón que codifica los aminoácidos de
nuestro cuerpo. El Nombre
Divino no es estático, al igual que las
secuencias del ADN, y se puede volver a combinar para diferentes
funciones (V-H-Y-H-Y-V-H-H-V, etc).
Se nos dice en Juan 1.1:
“En el principio era la
PALABRA, y la PALABRA estaba con Dios y la
PALABRA era Dios”, y cita un acto creativo con la PALABRA que proviene
del Divino Yod-Heh-Vod-Heh como el código Dios dentro de la creación.
Después de la primera y
fundamental tabla “Palabra-Espíritu”,
finalmente, continúa la secuenciación para conformar la tabla matriz de
los nucleótidos del ADN que, a su vez, codifican las secuencias de los
aminoácidos mientras que las
otras caras del cuadrado (cubo) adicionan
otras secuencias matemáticas y sonoro vibratorias.
Ha
tomado varias décadas de investigación poder comprender la vastedad de
los mecanismos codificadores del ADN
humano. A principios de 1970 los
investigadores que trabajaban con La Academia para la Ciencia Futura
confirmaron la existencia de un verdadero “código” en el nivel de
nuestra estructura genética que
co-evoluciona la vida de acuerdo a un plan
evolutivo superior. Esto desafía la inherente indeterminación del mundo
físico mismo y muestra niveles superiores de simetría y equilibrio, es
decir, un mundo no dominado
originalmente por la llamada teoría del
caos.
Puesto de manera simple, existe un proceso
triple o trinitario que imprime las instrucciones genéticas de la
secuencia de aminoácidos gobernados por la
interacción de las tres letras del Nombre
Divino- YHV- usadas para crear los veinte aminoácidos básicos. Entiendan
que el código genético humano, por un lado, es la ‘tabla de
instrucciones’ única de funcionamiento del
genoma humano con la gran variedad de
instrucciones en la evolución del cuerpo humano validada por la
investigación y el descubrimiento científico. Den un paso más y
entiendan que en las enseñanzas místicas de las
escrituras sagradas (el textus receptus
en Occidente) el mismísimo manual de
instrucción para el cuerpo humano en la forma de las moléculas de ATP es
sostenido por la Palabra de Dios como un alfabeto de instrucción
biofísica para los ingredientes sustentadores del bio-traje que arropa a
cada persona como una biocomputadora.
El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc® da
a entender que hay un patrón preexistente del ADN arriba que se refleja
abajo en la organización del material dador de vida, estableciendo un
homomorfismo. El Código Divino de “letras”
opera como un mecanismo disparador de codificación y re-codificación y
muestra la dependencia sensible de toda la vida humana en las
condiciones iniciales del
lenguaje vibratorio que existe en otro plano
de realidad parafísica.
En suma, la relación
entre el código lingüístico del Nombre Divino y las partes celulares de
la estructura humana puede ser vista en
cuanto a la forma-onda del ADN de una cierta
frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana a través de
64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el
mecanismo codificador comunicado a
través de rangos de micro señales, donde el
vínculo vibratorio forma la “materia genética” dentro de las células
como un patrón de flujo de energía Divina. El cuerpo es visto como un
bio-traje de luz
(lightware; n. de t. programa de luz) que
opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de instrucciones
por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este
laberinto interno de letras químicas que
equipa al genoma completo con el mecanismo
anímico de la vida. Únicamente podemos salir de la inconciencia y
entender las instrucciones codificadoras superiores al seguir el hilo de
la vida en las letras de los Nombres;
la persona que ha perdido este hilo se
pierde en el laberinto del cuerpo y la mente. Una persona así es
impotente porque construye su torre hacia el cielo con promiscuidad
mental, fijándose sólo en los ladrillos y en
las partículas de su cuerpo y no en la
fuente del biotransductor. Los secretos que constituyen el “pegamento”
que mantiene juntos los ladrillos quedan olvidados y hasta desatendidos
por la arrogancia del
intelecto.
En la
Academia hemos usado Nombres Divinos específicos de Dios que han sido
compuestos lingüísticamente para estados superiores de creatividad,
particularmente, el nombre principal del Padre
Eterno Divino (YHVH y sus permutaciones).
Más específicamente, hemos encontrado las reacciones generadoras de
energía que se producen al cantar o pronunciar un Nombre Divino como
mantra, junto con la energía de la música
pueden incrementar el flujo de energía en
ciertos individuos y demostrar, por un proceso de retroalimentación, que
la salud corporal depende de las enzimas apropiadamente conformadas y
concentradas que, a su vez, dependen de un ADN y un ARN sanos en el
núcleo de nuestras células. No sólo las resonancias musicales actúan
como disparadores de nuestros estados de ánimo, la investigación
demuestra que cuando se le aplican diferentes frecuencias al cuerpo no
sólo se producen células que combaten infecciones, sino que el sonido o
ciertas frecuencias específicas podrían usarse directamente para
destruir bacterias invasoras.
Tanto sus vibraciones sonoras como
los Nombres Divinos deben ser usados con sabiduría y entendimiento, en
cuanto a la profundidad y enfoque de cada Nombre y Letra, para la
alabanza del Dios Viviente y Su servicio, ya
que, particularmente, existe la tentación de
usar el Nombre para obtener poder o poder material. Los Nombres de Dios
NO deben ser usados para mejorar el estado financiero u obtener
beneficios materiales. Los Nombres de
Dios no deben ser usados o invocados por
razones vanas, ni deben ser usados para una aplicación puramente
individual, ni deben ser usados, exclusivamente, como un medio para
sintonizarse al Divino. Los Nombres son sólo
un pequeño componente del holismo más
grandioso de la Sabiduría que debe incorporar oración, estudio,
meditación, enseñanza y sabiduría en un modo de vida santo. Durante
muchos siglos de tradición los Nombres Divinos
fueron usados cuidadosamente por sacerdotes,
rabinos, místicos y estudiosos de las religiones para servir a las
necesidades de la condición humana sin recibir reconocimiento personal o
recompensa monetaria por hacer el
trabajo de Dios para Su gloria.
Cada
Nombre Sagrado ilustra un poder o atributo de Dios. Por ejemplo, ABBA
(Padre), YAHWEH (El Dios de Israel) y EL EL ELYON (El Dios Más Alto)
tienen diferentes
nombre/naturalezas y, sin embargo, son el
mismo Dios. Creo que las diferencias en el nombre/ naturalezas de Dios
son la razón de la existencia de grandes y diferentes religiones tales
como el Judaísmo y el Cristianismo.
Los diferentes nombres/naturalezas son
también la razón de que existan diferentes denominaciones: Hinduismo,
Budismo, Catolicismo, Bautistas, Metodistas, Judíos Ortodoxos y
Musulmanes. Cada grupo le da forma a su propio
sistema de creencias (ethos) basándose en su
propio concepto particular de uno o múltiples nombre(s)/ naturaleza de
Dios. Pensamos que esta es la razón
primordial por la que, como comunidad humana, no nos llevamos muy bien

y esperamos que dentro de poco cambiemos
para mejorar con el uso más grandioso del poder y la resonancia que está
detrás de los múltiples Nombres de Dios. En
resumen, lo que está detrás de los Nombres Divinos es una carta de amor
de instrucción y habilitación para realizar buenas obras, una carta que
está incrustada en la
estructura humana célula por célula para
poder compartir, en un compañerismo ecuménico, un futuro positivo que
nos lleve de nuevo hacia la onda de Luz

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