martes, 14 de agosto de 2012

Cristianismo transforma tribus de la In

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Una gran parte de la India aún vive en tribus. Ahora, una de las más grandes de estas comunidades es testigo de un avivamiento espiritual. Cientos de hombres, mujeres y niños que antes eran hindúes ahora están abrazando el cristianismo.
Dinesh Shur es el pastor de una de estas tribus. Un hombre que al consultarle por qué tanta gente está aceptando a Jesús, no puede contener sus lágrimas. “Cuando haces la obra de Dios durante años y empiezas a ver los frutos, es abrumador. Ves las vidas cambiadas, la eterna felicidad en los rostros de la gente, ¿cómo no conmoverse?”, dice este líder.
En Rajastán, donde la mayoría sigue al Hinduismo, ahora un coro cristiano se levanta. “La transformación es casi inmediata. Las familias dejan de orar a sus ancestros, dejan de tomar, dejan la brujería. Su vida entera da un giro cuando aceptan a Jesús”, comenta el pastor Shur, quien es parte del motivo por el cual tantos se vuelven a Cristo.
Durante diez años el pastor Dinesh sirvió en una gran ciudad, similar a Rajastán. Pero luego, Dios tocó su corazón y le dijo que regresara a su aldea, a sus raíces, a su propia gente a compartirles las buenas nuevas de Jesucristo.
“Yo era como Jonás en la Biblia. No quería vivir en mi aldea. Quería servir a Dios en la ciudad donde las cosas son fáciles. Quería alcanzar a otros con el Evangelio, no a mi propio pueblo”, recuerda.
Testimonios de cambio
La vida de Sohan Lal es señalada por Shur como un fruto de su decisión de regresar. “Un día el pastor Dinesh me habló de Jesús. Me dijo que si ponía mi confianza en Él sería sano, que mi vida sería diferente. Yo lo hice”, comenta este hombre.
Recientemente, Sohan Lal se unió a 178 personas de su tribu a la orilla de un río, cerca de su aldea. Allí fueron bautizados por el pastor Dinesh.
“Conozco a estos hombres y mujeres personalmente. Sé cómo eran sus vidas antes de conocer a Cristo. Ahora ser parte de este hito espiritual en sus vidas es un enorme privilegio”, indica Shur.
Theru Bahai esperó el día para ser bautizado con gran emoción. “Luego de aceptar a Cristo dejé de tomar, fumar y meterme en peleas. Ser bautizado fue mi forma de mostrarle a la comunidad que soy un hombre cambiado. Hoy, Jesucristo es mi Salvador”, asegura este nuevo convertido.
Mannu, una mujer que acaba de recibir a Cristo, también estaba entre las docenas de mujeres que se sumergieron en el río durante el bautismo. “Me siento muy feliz luego de mi bautizo, agradecida de recibir a Cristo en mi corazón. Lo seguiré por el resto de mi vida”, comenta esta nueva creyente, quien además estaba acompañada por su esposo e hijos, pues decidieron seguir a Cristo luego que el pastor Dinesh pasó varias ocasiones con ellos.
“Mi familia es bendecida por Cristo pues alguien estuvo dispuesto a venir y compartir el Evangelio con nosotros”, dijo Shantu, esposo de Mannu.
El pastor Dinesh es miembro de la comunidad Bhil, una de las tribus más grandes en los estados centrales de India.
Shur dice que misioneros extranjeros han ministrado esta área por más de 135 años y nunca vieron los resultados que él vive hoy.
Crecimiento sorprendente
Aquí los cristianos aún son una minoría. Pero, según reportes, hasta 300 mil se han convertido en los últimos 10 años, muchos de ellos de la tribu Bhil.
“Tenemos 42 grupos de oración en unas 22 aldeas. 32 trabajadores de nuestra iglesia van de una aldea a otra como evangelistas compartiendo la Palabra. El próximo año, mi meta es enviar misioneros a estados vecinos para alcanzar a otras aldeas”, asegura Shur.
Jeevani Karadi es una de las evangelistas que viaja de una aldea a otra. Cuando no está viajando, encontrará a esta activa mujer de 65 años liderando un grupo junto al pastor Dinesh, incluso ella se reúne bajo un árbol para enseñar a docenas de creyentes.
“Nuestro grupo es tan grande que no tengo espacio en casa”, asegura esta líder de la congregación. El testimonio de Karadi es la razón de ser de esta reunión.
Hace unos seis años, ella vagaba por las calles de esta remota aldea casi como una loca, hasta solía andar desnuda. Pero luego, ella tuvo un encuentro con Jesucristo y hoy, ella dirige una iglesia próspera aquí en Rajastán.
“Las personas se burlaban de mí, decían que estaba maldita. Luego conocí al Pastor Dinesh y él oró por mí y fui sanada, fui liberada”, dice Karidi.
El pastor Dinesh dice que estos testimonios solo son otro recordatorio de cuán importante es obedecer y creer en dios. “Hoy vivo el fruto de mi decisión de regresar a la aldea. ¿Fue fácil? No. ¿Tenemos retos? Sí. Pero cuando dependemos de Cristo, Él es todo lo necesario.

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