Hoy solo son pequeñas pruebas apocalípticas de los dolores de parto, en la gran tribulación la tercera parte del mar se convertirá en sangre, las fuentes de agua y ríos se contaminarán tanto que morirán muchos hombres por las aguas amargas, dejando ese preciado elemento liquido terriblemente teñido de sangre. Apocalipsis 8:8-11. 16:3-4
Un enorme florecimiento de algas transforma el mar en algo parecido a una escena de la película 'Tiburón'
AFP / William West
Algunas de las playas más populares de Sídney, Australia, han sido cerradas debido a un enorme florecimiento de algas que tiñeron las aguas 'de color sangre'.
Este fenómeno natural se produce cuando un cierto tipo de algas florece y grandes grupos de éstas se reúnen ofreciendo paisajes marinos espectaculares.
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Este evento se produce principalmente en primavera y otoño, cuando el agua está más tibia de lo normal y hay un mayor movimiento de las corrientes oceánicas.
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De acuerdo con las normas de seguridad, las autoridades locales tuvieron que cerrar las principales playas de la ciudad y les advirtieron a las personas evitar bañarse en estas zonas, dado que el agua enrojecida podría causar irritación en la piel y ojos.
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Esto es solo una pequeña muestra de lo que ha de venir, porque claramente leemos lo siguiente en Apocalipsis:
Apocalipsis 16: 3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.
Apocalipsis 16: 3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.
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