Un estudio afirma que el gran terremoto llegará antes de lo previsto
Un día más en Los Ángeles. A las 7.50 de la mañana, el sol ya hace prever una nueva jornada calurosa. Las autopistas comienzan a llenarse de automovilistas camino del trabajo y los helicópteros de las televisiones locales sobrevuelan el área más superpoblada de Estados Unidos informando de las incidencias del tráfico. Mientras, bajo la superficie, a 20 kilómetros de profundidad, la tierra comienza a moverse, silenciosa. Un segmento de 400 kilómetros de la falla de San Andrés, que se ha mantenido estable durante décadas, se desprende e inicia el camino hacia un nuevo equilibrio entre placas tectónicas. Tras seis minutos, los californianos comienzan a notar los primeros efectos. Lo que se inicia como un suave contoneo se convierte en un virulento temblor y sacude la ciudad durante 25 segundos. Tras el primer golpe, se suceden unos segundos de calma. Después una nueva sacudida, más violenta, de entre 30 y 40 segundos. En poco más de tres minutos, el área metropolitana de Los Ángeles ha vivido su pequeño apocalipsis: el temblor ha dejado un reguero de coches volcados, autopistas destrozadas y casas derrumbadas.
Este es el supuesto con el que los servicios de emergencias de la megaurbe californiana trabajan para preparar el Big One, un devastador seísmo que sacudirá el estado en los próximos 30 años con una probabilidad del 99,7% y que podría dejar entre 2.000 y 15.000 muertos, además de al menos 50.000 heridos y una huella de destrucción que costaría reparar unos 200.000 millones de dólares.
"Las probabilidades de sufrir un gran terremoto ya eran altas pero, con los nuevos datos que hemos recopilado, se hace inminente", aseguró a Público Grant Ludwig en una conversación telefónica. Hasta que vio la luz su descubrimiento, basado en el análisis de los registros sísmicos recogidos en la zona durante los últimos 700 años, los geólogos consideraban que los temblores por encima de magnitud 7,5 ocurrían cada 250 años aproximadamente.
A pesar de que California está más preparada que otras zonas del planeta, según los cálculos de los servicios de emergencias, un terremoto de estas características podría acabar con la vida de una de cada 1.000 personas. De ahí que la doctora Grant Ludwig reconozca que es fundamental estar preparados. "Mucha gente piensa que, como los terremotos no se pueden evitar ni prever, no hace falta estar listos, pero se equivocan", asegura la sismóloga, quien insinúa que el Big One no va a ser como el terremoto de Northridge, de 6,7, que acabó con la vida de 72 personas y dejó heridas a 8.700. "En esta ocasión la sacudida será mucho mayor, lo suficientemente grande como para romper el suelo", advierte.
Durante el simulacro se instruirá a los participantes sobre cómo hacer frente a un gran terremoto antes de que suceda, porque con una simple planificación es posible minimizar los daños, sobre todo personales. David Oglesby, profesor en la Universidad de California en Riverside y experto en desastres naturales, asegura que para evitar lesiones graves dentro de casa es fundamental asegurar los muebles a la pared. "El mayor peligro de un terremoto en California no es que se colapsen las casas, sino que los objetos que hay en ellas nos golpeen en la cabeza", asegura Oglesby con cierta ironía. De hecho, los cortes con cristales rotos o los golpes con muebles son los responsables del mayor número de heridos en los seísmos de estas características.
Algo similar le sucede a La Tienda de los Terremotos, el establecimiento dedicado a los desastres naturales más grande de Los Ángeles. Desde su sede en Burbank, Blair Brady no ha parado de vender kits de supervivencia en todo el verano. "La gente se está empezando a preparar", asegura. Los servicios de emergencias de California aseguran que "lo sucedido este año en Chile y Haití no son más que avisos de lo que puede suceder en California".
Este es el supuesto con el que los servicios de emergencias de la megaurbe californiana trabajan para preparar el Big One, un devastador seísmo que sacudirá el estado en los próximos 30 años con una probabilidad del 99,7% y que podría dejar entre 2.000 y 15.000 muertos, además de al menos 50.000 heridos y una huella de destrucción que costaría reparar unos 200.000 millones de dólares.
La probabilidad de que haya un seísmo en 30 años es del 99,7%
"Un terremoto de gran magnitud puede ser más mortífero y destructivo que un ataque terrorista con una bomba nuclear. Afecta a un área mayor y a mucha más a gente", explica con gesto de preocupación Michael Contreras, director del Departamento de Emergencias de Los Ángeles, mientras comenta el último informe sobre seísmos elaborado por Lisa Grant Ludwig, sismóloga de la Universidad de California en Irvine (UCI). Según Grant Ludwig, el Big One está mucho más cerca de lo que algunos pensaban. Su investigación demuestra que el territorio del sur de California sufre un gran terremoto entre cada 45 y 144 años y que, en esta ocasión, ya hemos salido de cuentas. El último seísmo devastador, de magnitud 7,8, sucedió hace 153 años."Las probabilidades de sufrir un gran terremoto ya eran altas pero, con los nuevos datos que hemos recopilado, se hace inminente", aseguró a Público Grant Ludwig en una conversación telefónica. Hasta que vio la luz su descubrimiento, basado en el análisis de los registros sísmicos recogidos en la zona durante los últimos 700 años, los geólogos consideraban que los temblores por encima de magnitud 7,5 ocurrían cada 250 años aproximadamente.
California está más preparada que otras zonas del planeta
Sin embargo, Grant Ludwig y su equipo han acelerado la cuenta demostrando que el Estado sufrió grandes terremotos en los años 1417, 1462, 1565, 1614, 1713 y 1857.A pesar de que California está más preparada que otras zonas del planeta, según los cálculos de los servicios de emergencias, un terremoto de estas características podría acabar con la vida de una de cada 1.000 personas. De ahí que la doctora Grant Ludwig reconozca que es fundamental estar preparados. "Mucha gente piensa que, como los terremotos no se pueden evitar ni prever, no hace falta estar listos, pero se equivocan", asegura la sismóloga, quien insinúa que el Big One no va a ser como el terremoto de Northridge, de 6,7, que acabó con la vida de 72 personas y dejó heridas a 8.700. "En esta ocasión la sacudida será mucho mayor, lo suficientemente grande como para romper el suelo", advierte.
"Puede ser peor que un ataque terrorista", dice el jefe de emergencias
'Agáchese, cúbrase y aguante'
Precisamente para minimizar los posibles daños en la población, el estado organiza cada año el Shake out, un enorme simulacro que bajo el lema agáchese, cúbrase y aguante pretende concienciar a los ciudadanos de la importancia de estar preparados ante un desastre inevitable. El ejercicio de este año está programado a las 10.21 de la mañana del próximo 21, y en él está previsto que participen más de siete millones de personas, casi el 20% de la población de California.Durante el simulacro se instruirá a los participantes sobre cómo hacer frente a un gran terremoto antes de que suceda, porque con una simple planificación es posible minimizar los daños, sobre todo personales. David Oglesby, profesor en la Universidad de California en Riverside y experto en desastres naturales, asegura que para evitar lesiones graves dentro de casa es fundamental asegurar los muebles a la pared. "El mayor peligro de un terremoto en California no es que se colapsen las casas, sino que los objetos que hay en ellas nos golpeen en la cabeza", asegura Oglesby con cierta ironía. De hecho, los cortes con cristales rotos o los golpes con muebles son los responsables del mayor número de heridos en los seísmos de estas características.
El Estado organiza cada año el 'Shake out', un enorme simulacro
Además, durante el Shake out expertos como Oglesby mostrarán a los ciudadanos cómo lidiar con todas las eventualidades que pueden surgir tras un terremoto, como escapes de gas, incendios o la ausencia de electricidad y agua potable, que pueden llegar a prolongarse hasta durante seis meses. "Es totalmente imprescindible contar con víveres que nos permitan ser autosuficientes durante al menos tres días", reconoce el experto. "Contar con un kit de supervivencia o diseñar un plan de escape debería ser parte de nuestra cultura, como lavarse los dientes", añade.Llamadas de atención
Sin embargo, los esfuerzos de la administración local son, de momento, baldíos, y los californianos sólo se preocupan cuando un temblor, como el vivido en Baja California el pasado abril, les recuerda lo que podría sucederles. "Son como pequeñas llamadas de atención", asegura Chad Allen, propietario de una tienda especializada en artículos de supervivencia. "Cada vez que hay un terremoto aumentan las ventas; es como si de repente la gente se acordase de que debe prepararse", explica.Algo similar le sucede a La Tienda de los Terremotos, el establecimiento dedicado a los desastres naturales más grande de Los Ángeles. Desde su sede en Burbank, Blair Brady no ha parado de vender kits de supervivencia en todo el verano. "La gente se está empezando a preparar", asegura. Los servicios de emergencias de California aseguran que "lo sucedido este año en Chile y Haití no son más que avisos de lo que puede suceder en California".