21 de febrero de 2013
La Tierra está rodeada por numerosos asteroides.Fuente: NASA/JPL-Caltech/T.Pyle (SCC).
Hace ya años que los astrónomos descubrieron la forma de rastrear aquellos objetos del espacio exterior que presentan un peligro potencial por sus altas probabilidades de aterrizar en la Tierra. Sin embargo, aún no se ha ideado la manera de destruir estos 'viajeros del espacio' antes de que entren en la atmósfera terrestre. Así lo ha expresado Serguéi Lamzin, vicedirector del Instituto Estatal de Astronomía P. Shtenberg adscrito a la Universidad Estatal de Moscú, en una entrevista a Rusia Hoy.
¿Hasta qué punto se puede decir que los meteoritos y asteroides representan una amenaza para la vida en la Tierra? ¿Se puede hablar de escenarios apocalípticos o esta amenaza, en cierta medida, se ha exagerado por los medios de comunicación?
Cada año entran en la Tierra decenas de miles de meteoritos, pero la mayoría se queman en la atmósfera. Además, se trata de meteoritos microscópicos. Aunque los cuerpos con una masa de más de un kilogramo pueden alcanzar la superficie terrestre, lo más probable es que cuando lo hagan ya se hayan descompuesto en infinidad de fragmentos.
Cuanto mayor es el meteorito, mayor es también su energía cinética y los daños que puede causar. Si el meteorito de Tunguska se hubiera retrasado unas horas, probablemente habría caído en algún lugar cerca de San Petersburgo y se habrían producido unos desperfectos de grandes proporciones.
En el caso de que cayera en la Tierra un cuerpo celeste de grandes dimensiones (con un diámetro superior a un kilómetro), sí que podríamos hablar de un desastre de escala planetaria. Existe una hipótesis ampliamente discutida sobre la caída de un meteorito en el Golfo de México hace millones de años que causó la extinción de los dinosaurios.
¿Se podría decir que en algunas zonas de la Tierra hay más probabilidades que en otras de que impacte un meteorito o un asteroide? ¿Hay algún lugar seguro en la Tierra, o tenemos que aceptar el hecho de que en cualquier momento podría caer algo sobre nuestras cabezas?
La probabilidad de que un meteorito caiga sobre su cabeza es insignificante. En toda la historia de la humanidad solo se ha dado un caso en el que un meteorito cayó sobre una casa. Derribó el tejado y aterrizó sobre la mujer que se encontraba dentro, pero la mujer apenas sufrió daños, ya que el meteorito había perdido toda la energía al atravesar el tejado.
Las probabilidades de tener un accidente de tráfico son infinitamente mayores.
Los astrónomos ya han detectado todos los asteroides con un diámetro superior a los cien kilómetros que se encuentran en las inmediaciones de la Tierra, y es posible que también hayan detectado una parte significativa de los asteroides con más de 10 kilómetros.
De acuerdo con sus cálculos, ninguno de ellos cruzará la órbita terrestre en los próximos dos siglos. El Apocalipsis no es una amenaza inminente. Estamos hablando, eso sí, de aquellos asteroides que se pueden observar en las cercanías de la Tierra y que se desplazan por órbitas de poca extensión. Sin embargo, no podemos olvidar que existen también otros cometas con unas dimensiones de decenas de kilómetros y que se desplazan a lo largo de órbitas muy extendidas. Estos, sencillamente, no se han descubierto todavía, pero sí que podrían cruzarse con la órbita de nuestro planeta.
En cuanto al lugar dónde puede caer el cuerpo celeste, le diré que se han encontrado restos de meteoritos en todos los continentes. Especialmente en la Antártida, pero no porque allí ocurra con más frecuencia, sino porque sobre el hielo blanco resulta más fácil detectar los trozos oscuros.
¿Cuál es el método más efectivo para seguir la trayectoria de los meteoritos y asteroides? ¿Existen hoy en día formas de interceptar o modificar su trayectoria?
Los astrónomos se dedican a observar regiones del cielo. En el momento en que descubren algún objeto en movimiento, comienzan a rastrearlo y a calcular su órbita. Por un lado, cuanto más pequeño es el cuerpo celeste, más cuesta detectarlo, pero también los daños disminuyen proporcionalmente al tamaño del meteorito. Cuanto antes detectamos un objeto potencialmente peligroso, más tiempo tenemos para prepararnos y advertir a la población.
Para ello es necesario invertir en investigación astronómica. Se debería crear una red de pequeños telescopios automatizados con un amplio campo de visión para poder llevar a cabo un control permanente del firmamento. En Estados Unidos, por ejemplo, ya se están desarrollando este tipo de redes, y sus costes no son muy elevados.
Pero en realidad existe otro problema: cómo destruir estos objetos. Actualmente no estamos preparados en absoluto para ello.
Sería ingenuo pensar que detonando una bomba atómica cerca del asteroide se solucionaría el problema. Estos organismos, a diferencia de nuestros misiles, se desplazan a decenas de kilómetros por segundo y su masa llega a alcanzar miles o cientos de miles de toneladas.
Se están barajando algunas teorías bastante complejas. Por ejemplo, como si se tratase de un billar cósmico, se estudia la posibilidad de lanzar contra un asteroide potencialmente peligroso un cuerpo pequeño que, al chocar con él, modifique ligeramente su trayectoria. Pero de momento solo son hipótesis.
Cada año entran en la Tierra decenas de miles de meteoritos, pero la mayoría se queman en la atmósfera. Además, se trata de meteoritos microscópicos. Aunque los cuerpos con una masa de más de un kilogramo pueden alcanzar la superficie terrestre, lo más probable es que cuando lo hagan ya se hayan descompuesto en infinidad de fragmentos.
En el caso de que cayera en la Tierra un cuerpo celeste de grandes dimensiones (con un diámetro superior a un kilómetro), sí que podríamos hablar de un desastre de escala planetaria. Existe una hipótesis ampliamente discutida sobre la caída de un meteorito en el Golfo de México hace millones de años que causó la extinción de los dinosaurios.
¿Se podría decir que en algunas zonas de la Tierra hay más probabilidades que en otras de que impacte un meteorito o un asteroide? ¿Hay algún lugar seguro en la Tierra, o tenemos que aceptar el hecho de que en cualquier momento podría caer algo sobre nuestras cabezas?
La probabilidad de que un meteorito caiga sobre su cabeza es insignificante. En toda la historia de la humanidad solo se ha dado un caso en el que un meteorito cayó sobre una casa. Derribó el tejado y aterrizó sobre la mujer que se encontraba dentro, pero la mujer apenas sufrió daños, ya que el meteorito había perdido toda la energía al atravesar el tejado.
Las probabilidades de tener un accidente de tráfico son infinitamente mayores.
Los astrónomos ya han detectado todos los asteroides con un diámetro superior a los cien kilómetros que se encuentran en las inmediaciones de la Tierra, y es posible que también hayan detectado una parte significativa de los asteroides con más de 10 kilómetros.
De acuerdo con sus cálculos, ninguno de ellos cruzará la órbita terrestre en los próximos dos siglos. El Apocalipsis no es una amenaza inminente. Estamos hablando, eso sí, de aquellos asteroides que se pueden observar en las cercanías de la Tierra y que se desplazan por órbitas de poca extensión. Sin embargo, no podemos olvidar que existen también otros cometas con unas dimensiones de decenas de kilómetros y que se desplazan a lo largo de órbitas muy extendidas. Estos, sencillamente, no se han descubierto todavía, pero sí que podrían cruzarse con la órbita de nuestro planeta.
En cuanto al lugar dónde puede caer el cuerpo celeste, le diré que se han encontrado restos de meteoritos en todos los continentes. Especialmente en la Antártida, pero no porque allí ocurra con más frecuencia, sino porque sobre el hielo blanco resulta más fácil detectar los trozos oscuros.
¿Cuál es el método más efectivo para seguir la trayectoria de los meteoritos y asteroides? ¿Existen hoy en día formas de interceptar o modificar su trayectoria?
Los astrónomos se dedican a observar regiones del cielo. En el momento en que descubren algún objeto en movimiento, comienzan a rastrearlo y a calcular su órbita. Por un lado, cuanto más pequeño es el cuerpo celeste, más cuesta detectarlo, pero también los daños disminuyen proporcionalmente al tamaño del meteorito. Cuanto antes detectamos un objeto potencialmente peligroso, más tiempo tenemos para prepararnos y advertir a la población.
Para ello es necesario invertir en investigación astronómica. Se debería crear una red de pequeños telescopios automatizados con un amplio campo de visión para poder llevar a cabo un control permanente del firmamento. En Estados Unidos, por ejemplo, ya se están desarrollando este tipo de redes, y sus costes no son muy elevados.
Pero en realidad existe otro problema: cómo destruir estos objetos. Actualmente no estamos preparados en absoluto para ello.
Sería ingenuo pensar que detonando una bomba atómica cerca del asteroide se solucionaría el problema. Estos organismos, a diferencia de nuestros misiles, se desplazan a decenas de kilómetros por segundo y su masa llega a alcanzar miles o cientos de miles de toneladas.
Se están barajando algunas teorías bastante complejas. Por ejemplo, como si se tratase de un billar cósmico, se estudia la posibilidad de lanzar contra un asteroide potencialmente peligroso un cuerpo pequeño que, al chocar con él, modifique ligeramente su trayectoria. Pero de momento solo son hipótesis.
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